MANIFIESTO ANDALUCISTA EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA


8/3/13.- El Partido Andalucista quiere hacer de este 8 de marzo un día de reflexión, no de frases grandilocuentes que no han conseguido ni conseguirán cambios en las actitudes de las mentalidades y en las estructuras sociales desiguales. Es un día para reflexionar sobre el ímprobo trabajo ya realizado por millones de mujeres anónimas que con su esfuerzo, y algunas veces con su vida, han defendido la igualdad de derechos. Hoy es el día para conmemorar y reconocer los esfuerzos que mujeres y hombres han realizado para lograr y avanzar en igualdad.

Y aunque hemos avanzado mucho, nos sobran razones para seguir celebrando este día:

- Razones son las mujeres que cada día buscan un empleo para vivir de su trabajo.

- Razones son tantas amas de casa, madres de familia, que nunca han trabajado fuera de su casa y que ante la situación desesperada de sus familias se echan a la calle a buscar su primer empleo.

- Razones son tantas abuelas, convertidas hoy en pilares esenciales de las familias jóvenes, a las que ha tocado la dura tarea de educar y ocuparse de sus nietos. Todo ello en muchos casos viene a sumarse a su responsabilidad sobre personas dependientes: el 93% de las personas cuidadoras que reciben una paga de la Ley de Dependencia son mujeres, y de ellas un 64% son mayores de 65 años. Los recortes en servicios públicos no hacen más que ahondar en esta brecha, cuando desaparecen guarderías y espacios para cuidar de los mayores, estas tareas recaen inevitablemente sobre las mujeres.

- Razones son las mujeres que han perdido la vida a manos de sus parejas en una espiral de violencia que no cesa, o las 400 mujeres por cada una que muere que quedan discapacitadas a causa de las palizas propinadas por sus parejas.

- Razones son las mujeres discapacitadas que sufren la doble discriminación de ser mujeres y de la escasa atención que este colectivo merece a nuestros gobernantes.

- Razones son tantas mujeres inmigrantes que sufren el desarraigo y la ausencia de sus hijos, en muchísimos casos pequeños, a los que han tenido que dejar para procurarles un futuro mejor desde una tierra lejana, y que están sufriendo la crisis con mayor virulencia ante la falta de anclajes familiares o afectivos.

La mujer se encuentra todavía muy lejos de ocupar puestos de responsabilidad profesional en la proporción que se merece, sobre todo teniendo en cuenta que en Andalucía el 62% de los titulados universitarios son mujeres. Y aunque es cierto que el crecimiento de la población universitaria femenina ha incrementado su inserción laboral, nos encontramos con que sólo el 13% de los puestos de consejos de administración de las empresas que cotizan en el IBEX 35 están ocupados por mujeres.

Precisamente un 8 de marzo de 1910 se permitió por primera vez la matriculación de mujeres en los centros docentes. Hasta entonces, las mujeres eran admitidas en la universidad sólo como estudiantes privadas, y requerían de una autorización del Consejo de Ministros para su inscripción como alumnas oficiales. Y es precisamente en la formación y en la educación donde está la clave. La incorporación masiva de la mujer a la Universidad es el factor determinante que explica el gran crecimiento de la economía española en la segunda mitad del Siglo XX. Y si el activo más importante de una sociedad es su conocimiento, como factor decisivo para su desarrollo, es innegable que este no será posible sin la incorporación de la mitad de ese activo, la mujer. Por ello, el avance de los derechos de la mujer es la garantía de un mundo mejor. Cuando las mujeres avanzan, los países progresan.

Muchos estudios demuestran que la inversión en la mujer está directamente relacionada con la disminución de la pobreza y el aumento de la prosperidad económica. Limitando la participación de la mujer, desperdiciando su talento, sus experiencias y su capacidad de liderazgo se defrauda a las propias mujeres y a nuestro mundo.

Estamos lejos de conseguir la convergencia entre igualdad formal y real, la independencia económica de la mujer a través de su pleno empleo y la asunción por parte de la sociedad de la corresponsabilidad de hombres y mujeres. Para conseguirlo, hay que acabar con la penalización que sufre la mujer en el trabajo, que en Andalucía puede llegar a cobrar hasta un 31% menos de salario que un hombre por la misma tarea.

La desigualdad salarial es el mayor obstáculo para conseguir la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. La posición de España ha retrocedido en los foros internacionales de igualdad de género, debido a las restricciones que sufre la mujer para acceder a los puestos de responsabilidad y, sobre todo, a la casi inexistente conciliación de la vida familiar y laboral, que pone a muchísimas mujeres ante la injusta tesitura de elegir entre vida profesional o maternidad, lo que se ha visto agravado con las medidas introducidas en la última reforma laboral. El Tribunal Europeo ha afirmado recientemente que España discrimina a las mujeres con las pensiones, al penalizar el empleo a tiempo parcial, considerado el tipo de empleo estrella para las mujeres, porque facilita la conciliación de la vida laboral y familiar. De hecho, el 80% de la contratación a tiempo parcial en Andalucía está ocupada por mujeres.

Debemos exigir que se introduzcan las correcciones necesarias en nuestro sistema de la Seguridad Social para que esa tremenda discriminación desaparezca. En definitiva, reivindicamos la protección social del trabajo a tiempo parcial en concordancia con la normativa europea.

La grave situación económica que atravesamos nos obliga a estar vigilantes, porque cualquier descuido, cualquier concesión, podría hacernos retroceder décadas en los derechos adquiridos. Dicen que de las grandes crisis surgen las grandes oportunidades: qué buen momento este, en el que todo está patas arriba, para asentar los principios de un nuevo y necesario modelo económico y social, equitativo y realmente igualitario, que pasa necesariamente por incorporar el enorme potencial de la mujer en cuanto a experiencia, conocimiento y valores.

Una sociedad del siglo XXI, que se dice democrática, no puede prescindir ni de la capacidad, ni del talento, ni de la formación de la mitad de su población. Pero la crisis encierra también su paradoja, y es que la mujer se está convirtiendo en muchos casos en un elemento esencial para salir de ella, ya que los trabajos de sectores masculinizados son los que más han sufrido sus efectos, como es el caso, por ejemplo, de la construcción.

El paro se ceba especialmente en las mujeres, muchas de las cuales ya ni se inscriben en sus listas, han tirado la toalla. De los 2.791.000 mujeres en paro, medio millón (18%) tienen más de cincuenta años, y por tanto tendrá más dificultades para encontrar otro empleo y completar los años de cotización necesarios para acceder a una pensión de jubilación.

Esto tendrá un efecto demoledor, visible en pocos años. Aunque podemos decir que ya, el 71,8% de los perceptores de pensiones no contributivas son mujeres, para las que la pensión media es un 31% menos que la del varón, y de los perceptores de pensiones contributivas, sólo el 34% son mujeres. Se está produciendo en el mundo una feminización de la pobreza, más del 70% de los pobres del mundo son mujeres.

Queda mucho por hacer, por avanzar, por garantizar. Y esta ingente tarea no es sólo responsabilidad de los gobiernos de turno, es responsabilidad también de todos aquellos que defendemos la igualdad de derechos. El cambio de valores de una sociedad no es fácil, es un proceso largo y lento, que requiere mentalizar y sensibilizar a toda la población, especialmente a los hombres, sin concesiones. Y no ayuda nada el hecho de que de trece carteras en el actual Gobierno, sólo cuatro estén ocupadas por mujeres, que a su vez no superan el 30% de los altos cargos. Esto termina reflejándose en los hechos y en las políticas.

Y aunque nuestras quejas y exigencias son justas y urgentes, tenemos que reivindicar más que nunca a los millones de mujeres que no poseen voz, de tantos rincones del mundo en donde no se respeta ni tan siquiera su derecho a la vida. Y desde nuestra posición privilegiada enviarles un mensaje de fuerza y esperanza, que sientan que estamos en su lucha, que nosotros, los que hemos tenido la suerte de nacer de este lado del mundo, las tenemos siempre presentes y lucharemos para que se las escuche.

El día de la mujer es también una oportunidad perfecta para reflexionar sobre el motivo por el que esta sociedad, todavía con tantos vicios machistas, ha condenado a la más absoluta ignorancia la aportación cultural de las mujeres en su propia evolución histórica. La Memoria Histórica de las mujeres, rescatar esa historia, llena de ejemplos de esfuerzo y de valentía, como referente para las futuras generaciones.