El sindicalista pedante de Nachete.

Artículo de Francisco Zamudio Medero

Nada positivo vienen a aportar estos sindicalistas agresivos, con una educación puesta en cuarentena y que con rascar solo un poquito sale a la luz  su verdadera actitud de trepa.

Para empezar, oculta su verdadero nombre, de Ignacio pasa a Nacho y de ahí, a Nachete, falta tan solo un suspiro. Este tal Nacho Fernández (USO), se siente un iluminado y con su verdad absoluta aparece en Isla Cristina para imponer, no solo a un ayuntamiento, sino al resto de las fuerzas sindicales, sus postulados y pensamientos, sacados, a lo peor, de algún manual teórico desempolvado de alguna librería de tercera.

Se atreve, incluso, a criticar con quién debe o no pactar la formación a la que represento, que me contradigo cuando dije en campaña que “no me presentaba para pactar, sino para ganar”, y terminar diciendo, este tal Nacho, “para luego pactar con quien haga falta”. Esto si que me ha dado miedo, que gente de pellejo maduro piense y hable de forma despectiva de unos resultados electorales democráticos, poniendo en solfa todo nuestro sistema electoral. Creo que este individuo, con actitud trasnochada de yupi agresivo de los ochenta, odia a este Equipo de Gobierno Municipal, no encuentro otra explicación lógica, entre otros motivos porque no le hemos dado la oportunidad de conocernos, y digo más, creo que ni quiere, porque en su mismo escrito ya se retrata al sentirse más cercano a los partidos de la oposición (PP y PIF). Mire usted por donde me empiezan a encajar algunos ramalazos de autoritarismo.

Toda la retahíla de oratoria incontenida, esputada en un medio de comunicación digital, viene a raíz de su llegada “estelar” a Isla Cristina. En una reunión organizada por el ayuntamiento, como primera toma de contacto entre éste y sindicatos, con el fin de consensuar medidas de ajustes en la plantilla de trabajadores municipales, aquí, el susodicho, se presenta maletín en mano, con dos asesores y la lección bien aprendida de la noche anterior y, seguramente, hasta ensayada frente al espejo. Como un “salvador de la patria”, comenzó a decir qué es lo que había que hacer y qué es lo que no. Es obvio que no valoró con quién estaba en frente, ni se informó previamente. Estaba ante un político que ha sido alcalde durante doce años, y como concejal otros tantos, y, por lo cual, con muchísimas negociaciones laborales a mis espaldas y que nunca, repito, nunca, en todos mis años, me encontré con semejante parlanchín de causas vacías, como su escrito, solo repleto de palabras rimbombantes sacadas de Wikipedia. Su pretensión de imponer criterios sobre todos los presentes me pareció de una prepotencia absoluta, y no se lo admití (es más, terminada la reunión, otro compañero suyo, también representante sindical, agradeció mi intervención porque tampoco le gustó la actitud).

Al poco tiempo, bajo la pobre excusa de “informar a sus afiliados”, organizó en el teatro municipal, el cual le cedimos, una asamblea informativa para hablar de ERES y ERTES, reunión que más que informar solo consiguió alarmar innecesariamente a los algo menos de 50 trabajadores que les fueron a escuchar (de 500 que componen la plantilla).

Creo, sinceramente, que este intransigente no tiene sentido democrático alguno, porque en otra de sus aburridas parrafadas habla de los años que llevo en política, como si el escaño se sorteara en una tómbola y no tuviera que exponerme a los votos de cada ciudadano. Quién sabe, lo mismo son de esos que prefieren una España grande y única dirigida por otro iluminado. Ya le gustaría a él tener en su sindicato, que a saber cómo ha entrado y cómo se mantiene, el apoyo popular que sigo teniendo para, con orgullo, representar a una buena parte de mi Pueblo. Y en mi Partido, muy bien, gracias.

Mal ha empezado este inoperante, lo ha hecho con el pie equivocado, quizás porque esté acostumbrado a que en su sindicato y en su casa no hagan otra cosa que escucharle, o mejor dicho, aguantarle. Pero yo no, porque no aporta nada nuevo, es más, huele a rancio, a oratoria autocomplaciente, de finalizado el discursito aplaudirse y besarse a sí mismo. Ha llegado de la peor manera, con enfrentamientos desde el principio, sin importarle las consecuencias. Ha primado la defensa de su ego a la colectiva de sus representados. Creo que debería haber buscado el consenso, la postura reconciliadora ante la intransigente, dura si se quiere, pero con un talante de puertas abiertas y no como lo que ha representado, un señor repelente de malos modos, acostumbrado a conseguir la galleta con gritos y pataletas, y aquí ha dado en pared.

Francisco Zamudio Medero
Primer Teniente de Alcalde